Cómo limpiar nuestros elementos de cristal para que se mantengan como el primer día
Cuando toca limpiar el cristal debo reconocer que alguna vez he tenido algún quebradero de cabeza. Me encantan las cristalerías, y no solo las copas y los vasos, sino que en mi casa hay numerosas piezas de este material: jarras de agua, escanciadores de vino, jarras de medición para repostería… me parece un material muy bonito y muy elegante y que, a la hora de cocinar, es muy útil porque no enmascara el color ni el olor de las cosas.
Por fortuna, y por experiencia, finalmente aprendí a limpiar el cristal de forma eficaz para evitar manchas blanquecinas o arañazos que opacan las piezas y les dejan un aspecto nada favorecedor.
Lo primero es, en la medida de lo posible, evitar que la suciedad se incruste. Para ello, lo mejor es rellenar los recipientes de cristal de agua templada tras su uso y antes de proceder a lavarlos. Pero no os preocupéis si no es posible hacerlo en el momento, simplemente es un método para facilitar el buen resultado en menos tiempo.
Para lavar la cristalería aprendí que, en caso de hacerlo en el lavavajillas, debo utilizar un programa suave con agua templada, y un gel en vez de detergente en polvo, que puede producirle arañazos. En caso de cristalerías delicadas y de gran valor, apostad por buenos detergentes para prolongar su brillo del primer día.
Además, podemos finalizar el lavado pasando a las piezas un algodón empapado en vinagre blanco y agua, y dejar secar. Esto hará que el brillo se multiplique y evitará malos olores (no os preocupéis, el olor a vinagre se desvanecerá)
¿Y si preferís limpiar el cristal a mano?
Es recomendable usar guantes de goma para que no se os resbalen las piezas. Además, yo también coloco un barreño con agua en el fregadero, y es que el cristal con jabón es muy escurridizo y, en caso de caída, el barreño evitará roturas. Además, deberemos limpiar con un jabón neutro y agua tibia, y secar bien con un paño absorbente. Podemos finalizar, al igual que en el caso del lavado en lavavajillas, con un algodón empapado en agua y vinagre blanco para aportar brillo.
¡Espero que mi secreto para tener una cristalería tan reluciente como el primer día os sirva!
Saludos, Sandra