Peluches: cómo lavarlos sin ataques de nervios
Lo sé: es complicado cumplir el título completo de este artículo. No hay madre que haya lavado alguna vez los peluches de sus hijos sin escuchar los gritos de miedo y desesperación de los pequeños. Esto normalmente conlleva una serie de ruegos y súplicas interiores por parte nuestra, para que el peluche sólo pierda suciedad (y no relleno, adornos o la forma).
Hay que pensar que los peluches (al menos los homologados) están hechos para que los niños jueguen, y, por tanto, ensuciarse. Y como tales, deben lavarse. Además, el lavado hay que hacerlo periódicamente porque son una fuente importante de ácaros. Así que tenemos que perder esos miedos, porque normalmente lo único que ocurre con los peluches tras lavarlos es que salen limpios y mojados.
Eso sí, ojo a las etiquetas: no todos los muñecos de peluche son aptos para las lavadoras. Esto es así sobre todo en muñecos mixtos de plástico y trapo. En estos casos, podéis hacer una especie de lavado en seco en casa de la siguiente forma: meted el peluche en una bolsa de plástico, y añadid un puñado (generoso) de bicarbonato. Cerrad bien la bolsa y agitad bien, se trata de que el bicarbonato se impregne en el muñeco. Tras dejarlo reposar durante unas 8 horas, sacudid el muñeco y cepilladlo hasta eliminarle completamente el bicarbonato.
La mayoría de los peluches sí admiten lavado en lavadora. Antes de proceder a ello, tened la precaución de repasar bien que no tenga ninguna rotura o descosido, y de retirar baterías o dispositivos electrónicos. Lo ideal es que los metáis en sacos de tela suave (por ejemplo, las fundas de almohada con cierre), con un programa corto y un centrifugado suave (o sin centrifugado) para que el relleno no se deforme. Al sacarlos de la lavadora, dejadlos secar bien para evitar la aparición de moho, cepilladlos si es necesario, y quedarán como nuevos.
Saludos, Sandra
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